Ødegaard es el capitán, director de orquesta, quien marca el ritmo en ofensiva; mientras que Xhaka trabaja mucho sin pelota -empuja hacia adelante- y es más un reciclador en esos metros finales. Este rendimiento se comparó inmediatamente al triplete de 1966 por Geoff Hurst, ya que solo es la segunda vez que un jugador marca tres goles en un partido de la Copa Mundial en una final.
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